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Palabra
hemoglobina [haemoglobin, hemoglobin]
f. (Bioquím.). Pigmento que da color a la sangre, contenido en los hematíes de todos los vertebrados y disuelto en el plasma sanguíneo de algunos invertebrados. Se oxida fácilmente en contacto con el aire, ya atmosférico, ya disuelto en agua, y se reduce luego para proporcionar a las células el oxígeno que necesitan para su respiración. Wikipedia.

al. Hämoglobin [haim(ato)- αἷ-μα/-ματος gr. 'sangre' + -o- gr. + glob- lat. 'globo', lat. cient. 'célula sanguínea' + -īn(a) quím. 'sustancia']
Leng. base: híbrido gr./lat. Neol. s. XIX. Docum. en 1863 en al. Docum. en ingl. en 1869. Por reducción de hematoglobulina docum. en al. Hämatoglobulin en 1842 que procede de la fusión de hematina y globulina; después sufrió una progresiva pérdida de elementos fonéticos.

Comentario

Progresiva pérdida de elementos fonéticos

Aparentemente hemoglobina es una palabra sencilla con pocas dificultades desde el punto de visto etimológico. Sin embargo, si uno profundiza, descubre que su historia es más complicada de lo que parece y, como ocurre en muchas ocasiones, intervinieron varios investigadores.

1. Procede, en realidad, de dos palabras que se fusionaron; estas dos palabras en origen eran francés hématosine y alemán Globulin, éstos eran los nombres de los dos componentes de los glóbulos rojos de la sangre.

2. Hématosine fue un término que introdujo el famoso químico francés M.E. Chevreul en 1814; sobre los componentes sanguíneos investigó después el también francés Louis Réné Le Canu (a veces se escribe Lecanu), así en su artículo de 1830 "De l'hématosine ou matière colorante du sang", Journ. de pharm. 16, 744. Está claro por el título del artículo qué es lo que quería decir la palabra, la sustancia que da color a la sangre. Tiene una formación un tanto anómala, ya que en interpretación del Oxford English Dictionary hay que partir del genitivo de la palabra 'sangre' en griego, es decir, haímatos αἵματος + el sufijo -īna de origen latino y que en química es sinónimo de 'sustancia'. Sin embargo, el procedimiento habitual consiste en utilizar la palabra sin el sufijo casual, es decir, haimat-, lo que hubiera dado en francés hématine. ¿Por qué no se usó esta forma? Por un motivo muy simple, porque la palabra ya estaba en uso y significaba otra cosa, 'pigmento rojo del palo de campeche'. En este enlace podemos leer un artículo del citado Chevreul en el que en 1810 está usando hématine para lo que hoy se llama habitualmente hematoxilina 'pigmento del Haematoxylon campechianum (palo de campeche)'. Con buen criterio, pues, Chevreul buscó una formación que no provocara homonimia. Sin embargo, el químico sueco J.J. Berzelius utilizó Hämatin en el sentido que Chevreul le había dado a hématosine, argumentando que había que cambiar el nombre al pigmento del palo de campeche y llamarlo Hämatoxylin como vemos en este texto de Berzelius de 1840; de hecho sucedió tal y como propuso, pues no en vano, fue una personalidad muy influyente y con gran autoridad, y, como hemos comentado, hoy se utiliza hematoxilina. En cualquier caso se produjo la primera reducción fonética del primer elemento del compuesto que estamos estudiando. Se pasó de hematosina a hematina.

3. Le Canu había conseguido separar la albúmina de la materia colorante y Berzelius reconoció su éxito en esto; en efecto hasta entonces se pensaba que la materia colorante contenía albúmina de forma inseparable. Berzelius, por su parte, demostró que la parte no colorante de los glóbulos no era exactamente albúmina e introdujo el nombre de Globulin para designarla, como puede leerse en su famoso Lehrbuch der Chemie en traducción al alemán de 1840 en este enlace (puede leerse aquí la misma historia contada en inglés en una publicación de 1995).

4. En el enlace anterior se puede comprobar también que Berzelius designaba el conjunto de hematina y globulina de forma poco específica Blutroth 'rojo sangre'. No sabemos quién casó ambas palabras, Hämatin y Globulin, en cualquier caso el matrimonio se había consumado en alemán en 1842 y podemos leer en esa fecha Hämatoglobulin. Desde el punto de vista lingüístico, dio lugar a un híbrido, una parte de origen griego y otra de origen latino, fenómeno muy frecuente en el siglo XIX (6% de los neologismos del s. XIX son híbridos, como hemos comentado en varicocele).

5. El nuevo compuesto empieza a perder sílabas pronto y podemos leer en francés hémoglobuline en este enlace. Nada que objetar, de hecho, en griego antiguo son más frecuentes los compuestos con haimo- (44 según Liddell-Scott) que con haimato- (19). Hubo otro intento de reducción poco duradero que dio lugar a Hämatoglobin, documentado en 1867, como puede verse aquí. Por fin se llegó a la solución perfecta, reducir ambos elementos del compuesto. Así tenemos Hämoglobin en alemán en 1863 que fue la forma que perduró. En este caso la pérdida de elementos no desfiguró en exceso la etimología, cosa que no ocurre en otras ocasiones.

Las referencias bibliogáficas que se han citado abreviadamente pueden encontrarse aquí.

Francisco Cortés. Mayo 2008.

ISBN: 8478005722